viernes, 24 de julio de 2015

Necesidades Básicas del neonato

Calor. Como aún no mantiene su temperatura corporal, es esencial que esté en una habitación caldeada o pegadito al cuerpo de su madre. Es bueno ponerle un gorro en la cabeza, una zona por la que pierde calor fácilmente.
Contacto físico. En el útero, la piel del bebé era masajeada constantemente por las paredes de éste y por el líquido amniótico. Al perder este contacto se siente desprotegido, por ello necesita estar en los brazos de la mamá o en los de papá. Los estudios lo confirman: los bebés que pasan mucho tiempo cerca de sus madres lloran menos que los que están con mucha frecuencia solos en su cuna.
Movimientos rítmicos. Le relajan porque le recuerdan a su vida anterior. Las madres, de forma intuitiva, suelen mecer a sus bebés entre 60 y 70 veces por minuto. Y no es el ritmo con el que caminamos (100 pasos por minuto), sino el ritmo con el que late el corazón. Esto indica que lo que le calma es la combinación de los movimientos con otra sensación que asocia a su vida intrauterina...
... el latido del corazón de la madre. Este sonido está fuertemente arraigado en su memoria. La mayoría de las mamás (incluso las que son zurdas) suelen, otra vez intuitivamente, coger al bebé en su brazo izquierdo, de modo que su carita queda cerca de su corazón. Así el niño se siente bien, porque oye los latidos como antes, en el útero. Hay otro motivo por el que tienen esta tendencia: los bebés suelen tener preferencia por girar su cabecita hacia el lado derecho más que hacia el izquierdo.
La voz de la mamá y la de su papá. El recién nacido ya conoce la voz  de la madre y la distingue de otras. También reconoce la de su papá. Cuando se le habla se siente reconfortado y el mundo vuelve a tener sentido para él. 
Sintonía con la madre. Tener comunicación. Percibir sus señales y transmitírselas. Por ejemplo, si está observándolo dormido en su cuna y de pronto él abre los ojitos y la mira. Respondiendo a su mirada la madre le habla dulcemente y lo coge en sus brazos. Y entonces él se acurruca en su pecho, relajado y feliz. Esta sintonía lo hace sentir más seguro.
Una respuesta pronta a su llanto. Llorar es el principal recurso con el que cuenta el recién nacido para expresar sus necesidades, y cuando se le responde sin demora siente el mundo como un lugar tranquilizador. Hasta los 9 meses el cerebro del bebé no es capaz de entender la relación entre su conducta (llorar) y la respuesta de su mamá (atenderle), así que ignorando su llanto el niño no aprenderá nada. Sin embargo, según los estudios de Bell y Ainsworth, una rápida respuesta hace que con el tiempo el llanto disminuya. Además, está comprobado que a las tres semanas las madres distinguen entre el llanto por hambre, por sueño o por incomodidad. Y a los dos meses ya discriminan el llanto por dolor, frustración, tristeza o aburrimiento.
Alimentación cuando tiene hambre. El bebé recién nacido no tiene un ritmo fijo. En el útero estaba acostumbrado a ser alimentado continuamente, así que la sensación de hambre es nueva (y desagradable) para él. 
Protección ante la sobreestimulación. Para el bebé que acaba de llegar al mundo todas las sensaciones que vive son nuevas: las luces, los sonidos, las caricias, los cambios de temperatura y, muy pronto, el día a día con su baño, las visitas, las tomas… Esa avalancha de impresiones desconocidas hasta ahora puede abrumarle. (Coks Feenstra, 2015)

Para más información: Video sobre necesidades básicas del neonato que se extiende hasta el primer año de vida... en la parte de abajo



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